MITO N* 2: «La meta más elevada con que uno puede soñar es la libertad de expresión».
Dentro de este mito hay una crítica a los que seguimos la ética bíblica porque consideran que hemos inhibido tal expresión causando mucho daño emocional.
Vamos a hablar con claridad, la verdadera libertad viene de Cristo (Juan 8:31-36), es una libertad de ser controlado, sin culpa, sin problemas con la conciencia, sin hacer daño a otros seres humanos o a sí mismo. Si fuera verdad que el verdadero equilibrio emocional viene de la «libertad» de expresión (incluyendo, por supuesto, el impulso sexual) ¡esta generación ha de ser la más balanceada en la historia del mundo! Pero la verdad es todo lo contrario.
Es lamentable cuando un joven o una joven casi tiene que disculparse porque es virgen. A los varones les acusan de ser «maricones», y a las muchachas de ser «monjas». En un caso una mujer le dijo a una chica virgen que «te tienes que curar», como si la virginidad fuera una enfermedad. Los varones sufren esta presión cuando los chicos se reúnen para hablar de sus «proezas sexuales».
Es hora de que los creyentes se jacten de su pureza, recordando que el verdadero amor nace de un corazón puro (1 Timoteo 1:5).